domingo, 15 de diciembre de 2013

Una estétika del disimulo, de Miguel Varea




Fotografía tomada de diario El Comercio


Ayer terminé de releer el libro Una estétika del disimulo, de Miguel Varea, un libro desafiante de leer desde la letra, dibujada a mano, tachada, pintada, y con dibujos de igual forma, es como un delirio donde el individuo se manifiesta con todas las sensaciones dispuestas en un lenguaje, prueba de que lo que se oculta es tan nuestro como lo que se muestra. El secreto como significado de vida, no como pecado ni redención, sino como la prueba de humanidad honesta y efímera, en donde se debería perseguir atarse a uno mismo y por ese medio liberarse pero no para encajar (no desde el punto de vista adolescente de “nadie me entiende”), sino desde la manifestación del pensamiento y sentimiento mediante una premisa propia, o por lo menos genuina en su inminente derrota, y no por eso menos válida. 

Como lanzarse a una piscina en cámara lenta hasta sentir el agua. Digo pensamiento porque el libro está repleto de ideas acerca de la vida y el arte, no desde la moraleja o la condescendencia sino desde el acto de vivir en el derecho de la diferencia como el resultado (y no la pose) del transcurso de la existencia. La capacidad de hablar de una experiencia dejando de lado la vanidad y mirando y mirándose realmente. Además del humor, más como reflexión ante el agobio de una sociedad inmersa en su propio poder; una mirada única en todo lo que abarca el término. En ese sentido, el arte de Miguel Varea, y él como persona, jamás se han vendido, ni se ha atenuado su forma crítica de expresarse.

Un libro serio no en serie; uno que hace evidente que la creación está por fuera de cualquier condicionante extra: el dinero, el poder, la notoriedad, cuestiones hasta frívolas e insignificantes, como la noción tan pobre del “éxito”. 


Y cómo desde el arte se hace trizas la reproducción brutal y poderosa de gran parte de una sociedad que solamente crea artificios de los artificios en el apuro por sobresalir a como dé lugar; precisamente cuando “está de moda” cualquier militancia que solo persigue la consecución de intereses propios y legitimar prácticas de egoísmo y exclusión.


Una estétika del disimulo, una estética con una ética que emociona y hace pensar, un texto escrito con todo, lejos de la banalidad y el oportunismo.
Lejos.

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