sábado, 7 de febrero de 2015

Ribera de cristal

Por Adrián Albuja



Saludos a todos los presentes, en esta noche me quiero referir a la “Ribera de cristal”, el último “hijo” de nuestro querido y conocidísimo Juan Secaira, quien a través de todos sus logros, la colección tan grande de premios que han tenido sus obras, y desde luego usando también aquellos versos publicados en Facebook de vez en cuando, nos ha hecho traspasar a un universo diferente, un universo “Secairiano”-como dice Pedro Gil- en donde la poesía se fusiona con la vida, y lo señala el mismo Juan diciendo en un fragmento de Padre:
-         “…ESTABA ENFERMO TAMBIEN DE POESÍA…”.
Desde luego que sí y se nota, los delirios se encarnan no solo en intrínsecas descripciones cotidianas, que extrañamente parecen relatar la vida del lector más que la del autor, sino también en propias manifestaciones carnales casi o más reales incluso que ustedes o yo.
 Y presentar este libro es como presentarlo al mismo Juan, lleno de alegría y compasión; de vivencias y conclusiones; abriendo la puerta al extraño y tendiendo la mano para evitar los odios de ajenos. Asimismo es la “Ribera”, un libro lleno de ternura y esperanza, así como de desolación e infortunios, lleno de amores y desamores, de árboles y concreto igual que nuestra bella ciudad.
A raíz de lo dicho, no volveré a mencionar al autor, puesto que es innecesario.
Un artista se inmortaliza por su obra, no por los detalles de su vida, y es importantísimo tener esto en cuenta.
Ahora nos interesaremos netamente por la “Ribera”.
Divido en cuatro partes diferentes, donde nos entrega una visión real y sólida de la vida; tan sólida que al instante de verla… nada más importa; y es ella misma quien se inmortaliza en nuestra esencia.
Encontraremos en ella el reflejo de nuestros más grandes temores, y aquellos impulsos humanos naturales a los que tememos tanto.
 Es el espejo de un loco, de un aguerrido, de un hermano, un padre y un quizá; es la perfecta colocación de versos seguidos, como de puñaladas al muerto, tan certeras y necesarias, cada una de ellas, para lograr su cometido.
Contiene sueños, vida, muerte, árboles, calles, gente, y pensamientos, que comienzan y terminan de dejar su bichito en tu cabeza, de “Secairizar” tu existencia, de convertirte en poesía.
Es por eso que no debería ser yo quien lo presente, sino la misma “RIBERA”, a continuación un pequeño fragmento:

Ribera de cristal (fragmentos)

Mi padre habla y se detienen las escenas en casa
Sufrir y gozar elegantemente sin mucho ni poco
Cocolón caliente café música
lo que dicte el amor
puentes donde alojarse
estaciones de bocas llenas.

Médico como yo dijo papá. No duré sino seis experimentos de espuma flex
y dos amigos peruanos de cerveza y charla amena

Hasta los 30 años hacer lo que se te antoje.
Después ya solo queda vivir en poesía.
Bromea mi padre y a carcajadas regresa a su consultorio.


Tratamiento (Fragmentos)

Terapia de consolación
hospitales juego y pinchazos
continuum caos encrucijada
rieles del recuerdo
rasgos se cubren para no herir manos apacibles
el humo cuece como tren en marcha.

En estado de poesía
suprimir por un segundo la gravedad abundante
de lo que resta
o separar el tren
del delirio
en su canto.

Después de esta autopresentación que se ha hecho, desearía ser breve y no ahondar más en detalles, pues de ninguna manera me gustaría influir en su apreciación o la de algún otro y seguramente mataría la ilusión propia de nacer, olvidados en la “Ribera de Cristal”, junto al amargo río que alimenta nuestra vida.
Pues al dejarnos llevar por esa voz poética, siempre tan crítica, agresiva, fulminante al paso, podremos entender por nuestra propia mano, lo que bien requiera el juicio; es necesario que no intentemos “interpretar”, esta obra, desde una posible perspectiva tomada por quien la escribió, sino bajo nuestra propia lupa, caso contrario no tiene sentido.
Es grato poder encontrarse uno mismo, ahogado dentro de un “MUTIS” severo, luego de verse bailando en el “RUIDO “de la calle , así la tenacidad, la continuidad de cada uno de los poemas, describen perfectamente con minuciosidad los momentos de un día “cualquiera”, para “quienquiera” de nosotros. Esa cotidianidad con la se nos presenta esta “Ribera” es lo que la hace tan deseada para el alma.
Es por eso, que exhorto a que todos nosotros nos entreguemos de lleno a los brazos de Juan, y nos ahoguemos en el mar de ideas propuesto, perdiendo por completo el falso sentido común que nos ha inculcado la sociedad. Porque al fin, la línea que divide la demencia de la cordura, es tan estrecha, que la cruzaremos sin darnos cuenta, la interrogante está en -¿Salimos de la cordura, o verdaderamente entramos ella?, porque esa cuerda floja ahora se tiende sobre la “Ribera de cristal”.
Gracias.




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