jueves, 24 de julio de 2014

Hoy presentación de Sujeto de ida



Llego el día, hoy a las 7 los espero en la sala Jorge Icaza, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, está visto que la poesía no es en extremo popular, y mucho menos yo, por eso se confía en el genuino interés de la gente, para que esta noche logre ser inolvidable. Gracias a todos por su apoyo, a quienes me han escrito y llamado, y a los medios de comunicación que se han atrevido, con talento y profesionalismo, a difundir, acercarse y dar luces al Sujeto de ida. Abrazos grandes y acá seguimos, con alegría e ilusión.

sábado, 19 de julio de 2014

De Sujeto de ida, por Esteban Mayorga

De Sujeto de ida
Por Esteban Mayorga



Una posible lectura del último poemario de Juan Secaira Velástegui surge a partir de mirar solamente los vacíos del texto: cuando escribe, por ejemplo, “la ley del vuelo suprime el cielo”, lo que quiere decir es que el código, o el criterio conceptual que supuestamente debe gobernar el acto de volar, antes de volar, ya destruye el espacio que le permite crearse. El concepto, en este verso, no existe: es como si la idea, o la significación que le permite funcionar, a priori, primara sobre el fenómeno a pesar de saber que sin él ese concepto no podría aplicarse pues no tendría razón de ser. Esto ocurre similarmente a la idea kantiana de la intuición que supuestamente se da antes de que los sentidos capturen la experiencia, pero con la diferencia de que la enunciación de Secaira aparece en una imagen deliciosa.

“Errar / en minutos fijos de la memoria”: cosa similar pasa aquí, pero desde la ilusión del tiempo que, como todos sabemos, no es lineal sino completamente arbitrario en su verticalidad. Pero las imágenes no están solamente compuestas desde una idea, o de la fijación del ideal, sino también desde elementos en apariencia simples: escribir, por ejemplo, “El fútbol como extrañamiento” es no escribir nada, pero sí es desear que el extrañamiento, no definido en el contexto de la vanguardia sino en el de la representación trágica y vana de la cultura popular, se manifieste a partir de lo que en apariencia es superficial fanatismo.

El verso “Anhelar las venas en su sitio” propone casi lo mismo: que todo tiene una falta o carencia esencial —la imposibilidad de volar o de comprender el tiempo en los versos de arriba—, la cual, en este caso, es que la sangre no circula por la vía correcta no solo porque las venas estén descolocadas, que no puede ser una cuestión meramente espacial, sino porque el énfasis de la representación poética solo puede estar en el “anhelo”; la poesía parece que solo puede ocurrir desde un espacio deseado o anhelado. Si es que este deseo se llegara a alcanzar el impulso creador ya no existiría porque el anhelo pierde su razón de ser, deja de ser deseo el momento en el que llega a materializarse. Si esto llegara a ocurrir nos quedaríamos con “Solo un artefacto con herramientas inservibles” o con “La enfermedad (que) no tiene nada que ver con la voluntad” o con unos dedos de los que “No brotan las uñas”. El estadio ideal pasa a ser el estadio anormal, lo principal es entonces enfatizar la carencia (lo inservible, la enfermedad, la falta de uñas, el destiempo, etc.) para crear a partir de ella.

Lo único que pareciera completar esta insuficiencia vendría a ser la palabra: “El poema es contención ante la desmesura del silencio”, donde el silencio se entiende como un extremo de lo que falta, no como un estado natural. De modo similar a como el vuelo se hace imposible porque su concepto borra el espacio que lo hace posible, la palabra poética es capaz de contener el silencio que lo define todo desde la lectura de lo que no se escribe. Las imágenes cambian, pero el concepto de la imposibilidad, o de la carencia, se vuelve a repetir sin cese: “Los pájaros vuelan sin alas”, “Perdido en las altas montañas de Quito”, “La condena bambolea una esfera”.

Sujeto de ida viene entonces no solo a enfatizar la carencia del significado en la representación como una creación en sí, sino también a estabilizarla por el mismo medio que intenta denunciar. Que es, supuestamente, el referente verbal compuesto por un movimiento que no muestra una solución definitiva, pero que sí captura el sentimiento de la aproximación para intentar reinscribirla. En un sentido estricto el poemario quiere decir algo así como “La gramática suprime la escritura; te voy a decir cómo” y los versos empiezan a fluir para mostrarlo.



Esteban Mayorga (1977) es autor de los libros de relatos Un cuento violento y Musculosamente, y de la novela corta Vita Frunis. Ha recibido el premio Gallegos Lara del municipio de Quito y el Pablo Palacio del Ministerio de Cultura del Ecuador. Actualmente vive en Búfalo, Nueva York.

martes, 15 de julio de 2014

Sujeto de ida, Por Beatriz Giovanna Ramírez

Sujeto de ida
Por Beatriz Giovanna Ramírez

La poesía, al igual que toda manifestación estética y artística, nos tiene que atravesar y no dejarnos indiferentes. De no ser así, más vale dedicar el tiempo a otros oficios. Diré que leer «Sujeto de ida», del escritor Juan Secaira, conlleva temerariamente a encontrarnos con las palabras bien afiladas, que como un ente estético y lógico, rítmico y pictórico, deconstruyen al sujeto para que sea él mismo.
No hay duda de que en la obra poética se produce la vida y que nos balanceamos entre los estadios de la denotación y la connotación, que los versos alcanzan el punto máximo y reflejan en su rostro al hombre.
El sujeto lírico de Secaira nos lleva de inmediato al mundo de la experiencia y lo cotidiano, que afirma la ficcionalidad inherente entre lo real y lo simbólico. Es poesía viva, sin poses, ni artificios; es poesía tejida, es piel que siente y se enferma. Secaira dice lo indecible con naturalidad, cada poema nos acerca a una cuestión extrema que trasciende, como una realidad que es pura ilusión. El sujeto, nos diría Lacan, no puede ejercer nunca la soberanía sobre sí mismo, sino que únicamente puede surgir en el discurso intersubjetivo con el otro. Para Nietzsche, el sujeto, no es algo dado, sino algo añadido, inventado y proyectado sobre lo que hay. Para mí, el sujeto ido, no es una expresión figurativa, es un hombre que sabe adónde ir y que va arrojando manojos de realidad sobre el mundo.

Quiero considerar que en la poesía, el poeta antes de caminar, tiene que atreverse a correr, a huir, a reflexionar lo incomprensible de la vida. Si un poeta no se permite el error, a cuestionar el resultado de la vida, bien le valdría escribir un libro de autoayuda o ponerse a hacer acrósticos manidos. El poeta tiene que llegar a esa construcción ontológica que nos acerca a nosotros mismos, sin doctrinas, sin cuerpos de conocimientos preconcebidos, tiene que alcanzar a ese lejano país de la moral escondida, de la doble moral y tiene que llegar y revelarnos la moral realmente vivida. El poemario de Juan Secaira supera esos dilemas del maquillaje gramatical que encontramos muchas veces al leer a otros poetas. «Sujeto de ida» aspira, esa mi lectura, a la poesía que actúa simultáneamente como objeto y sujeto reflexivo, a la poesía que nos devuelve, por fin, a la experimentación de la posibilidad de ser sujeto consciente, que aunque cargado de prejuicios a veces dolorosos, nos lleva nuevamente al “Yo y otros más”, a descubrirnos y a cuestionarnos. Espero que en la lectura de este libro se encuentren arropados con el sujeto lírico transgresor y sensiblemente humano de Juan Secaira.

jueves, 10 de julio de 2014

Sujeto de ida, por Ana Cecilia Blum



Tu poesía, mi amigo, es “un animal furioso” que  procura tenazmente “soplar arena en heridas abiertas”. Calan tus versos, Juan, como haciendo nido en la carne incurable, y allí se quedan agitándose, en esa llaga permanente, en una vida. 
Yo apuesto por los versos que pinchan y sacuden, por los que molestan adentro,  porque deciden estar para hacer huecos, sujetos de ida y más aún de llegada, huéspedes de agudeza, andantes feroces de la memoria. Esos son tus bellos y dolientes versos.
Gracias por estremecernos y punzarnos. ~ Ana Cecilia Blum