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jueves, 21 de agosto de 2014

Luigi Stornaiolo

Con el maestro de la pintura
y de la vida
Luigi Stornaiolo.


Más allá y acá de discursos, homenajes
y retórica
si alguien puede ser considerado brillante y
genial
es Luigi
desde su obra pictórica
inigualable
hasta sus palabras
y actitudes
humanas, irónicas, cuestionadoras
reales.


Conocerle, escucharle, compartir
un poco del tiempo
que va y viene
ha sido único.


Un gracias
se queda corto
pero aun así
siempre gracias
por todo.
Un abrazo.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Sigamos soñando aunque se ha perdido la metafísica de la irrupción del eje mediante el cual se regeneran las arterias para elaborar una imagen aproximada a la consecución de un éxito farragoso.

                                            Obra de Luigi Stornaiolo

I

Un viaje turbio
estanques en la garganta tronada en segundos. 

El virus ahora en el cuello trayecto atorado en aspiraciones de fuego. 

Subimos de la mano de una luz
exhalaciones 
de un dios pordiosero

cubre una jaula al ave construida en papeles sin letras
narices quebradas 
y una
palidez.


II

Una cobija azul siempre azul y una sentencia entre las sábanas tocadas por el resplandor del despecho.

Responde con un gesto indiferente alelado mecánico. 
Alza su hombro 
el que le queda 
mueve su mano la que resta y se sumerge en la lectura: huimos todos huimos.

Soñar en un futuro parece pretencioso en ese galpón de paredes desnudas y rellanos sucios.

¿Hubo una voz?

Toma sus pastillas. 

Los recuerdos como venas se deslizan 
hincan y no siempre lastiman.

Su madre le ha dicho nuevamente esa mañana: Ya falta poco. 

Ríe una vez más mientras el agua cubre la estancia.

III

Deformación.
Mudarse a la otra mitad del cuerpo.

Desde ahí
contemplar lo que queda
con un dejo infantil.

Porciones de medicina, ciencias y artefactos
vino, páginas
y alguna acción 
que se suponga 

final.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Un Stornaiolo

Cuadro de Luigi Stornaiolo

Veamos un Stornaiolo –desde la cornisa–
donde dos cuerpos desnudos se increpan pasión
sus dientes como ofrendas
senos en punta
las miradas ciegas
ciegas de lo común
escarbando en la lascivia.

Pongamos un Stornaiolo en el cual una mujer
atenaza al hombre con toda su energía
el talón de su pie izquierdo se dobla
hasta casi romperse
como el instante, como la puta vida
pasión de cabellos sueltos
de posesión y maldad
en un tenaz baile de sentidos.

Vino
bocas rojas
fulminantes
y un fondo verde
en la retina.

Digamos un Stornaiolo
gritémoslo con los ojos desorbitados
y una carcajada que golpee el vientre
de la irreal y sacrosanta “normalidad”
mientras un prodigioso trazo demiurgo
subyuga
la penumbra.

miércoles, 5 de junio de 2013

Eva o el inicio de una mirada

                                          Eva, témpera y lápiz, papel, 60 x 50, 1979.




Por Juan Secaira

Un retrato como la posibilidad de la reconstitución de un estado. Eva y su cabello de tonos cafés, prendido a una cabeza totalmente blanca en el virtuosismo del lápiz para dibujar una cara de mentón afilado, delgada, de mirada clara, de venas al costado derecho, de cejas pobladas y una mosca entrando a su boca.

El color celeste de su blusa y lo intenso del cabello contrastan con la lividez de la fisonomía de la mujer y con el fragmento de color en su ojo izquierdo. Piel viva, rojiza, morada y un ojo celeste que parece desafiarnos o decirnos algo.

Un secreto, una especie de ser sublime que amenaza a despellejarse gracias a la mosca, al insecto que rompe el rostro, que transforma su seriedad en silencio, en una secuencia del pasado, o de un futuro reflejado en una mirada.

Así, la observación cobra sentido en este cuadro enigmático, retrato de dos seres harto distintos pero que se complementan; la cara habita a la mosca o al revés, en un destello del surrealismo que buscaba la transformación del cuadro mediante la yuxtaposición de elementos disímiles.

1979 reza la inscripción, un largo trecho, o quizá un instante, de perpetua labor pictórica, de pintar y crear como la única salvedad de la vida. Un camino sinuoso y a la vez afianzado en las obras, en donde se recapitula acerca de la condición humana desde una perspectiva integral, basada en un recogimiento de la tradición más la impronta individual del artista, que como demiurgo hurga en la memoria para sacar una imagen e imaginarla después, concentrándose solamente en ella, en este caso en la construcción de Eva y la mosca, olvidándose de cualquier pretensión extrapictórica.

La genialidad para entrampar una porción de tiempo.

El acto artístico en donde se plasma un universo fundacional y desprovisto de los limitantes de un discurso seudoexplicativo. La capacidad para “pintar nomás”, pero hacerlo poniendo en ello un conocimiento que rebasa, ilumina, subyuga y subvierte.

Luigi Stornaiolo es un maestro, no solo de la pintura sino de la vida —comunión estrecha e indisoluble— por eso prefiere renegar de los discursos yoístas y de la retórica insustancial, saltando al abismo en donde su obra vive, atravesando, junto a su creador, el tránsito nimio de la existencia.