Sujeto de ida
Por Beatriz Giovanna
Ramírez
La poesía, al igual que
toda manifestación estética y artística, nos tiene que atravesar y no dejarnos
indiferentes. De no ser así, más vale dedicar el tiempo a otros oficios. Diré
que leer «Sujeto de ida», del escritor Juan Secaira, conlleva
temerariamente a encontrarnos con las palabras bien afiladas, que como un ente
estético y lógico, rítmico y pictórico, deconstruyen al sujeto para que sea él
mismo.
No hay duda de que en la
obra poética se produce la vida y que nos balanceamos entre los estadios de la
denotación y la connotación, que los versos alcanzan el punto máximo y reflejan
en su rostro al hombre.
El sujeto lírico de
Secaira nos lleva de inmediato al mundo de la experiencia y lo cotidiano, que
afirma la ficcionalidad inherente entre lo real y lo simbólico. Es poesía viva,
sin poses, ni artificios; es poesía tejida, es piel que siente y se enferma.
Secaira dice lo indecible con naturalidad, cada poema nos acerca a una cuestión
extrema que trasciende, como una realidad que es pura ilusión. El sujeto, nos
diría Lacan, no puede ejercer nunca la soberanía sobre sí mismo, sino que
únicamente puede surgir en el discurso intersubjetivo con el otro. Para
Nietzsche, el sujeto, no es algo dado, sino algo añadido, inventado y
proyectado sobre lo que hay. Para mí, el sujeto ido, no es una expresión
figurativa, es un hombre que sabe adónde ir y que va arrojando manojos de
realidad sobre el mundo.
Quiero considerar que en
la poesía, el poeta antes de caminar, tiene que atreverse a correr, a huir, a
reflexionar lo incomprensible de la vida. Si un poeta no se permite el error, a
cuestionar el resultado de la vida, bien le valdría escribir un libro de
autoayuda o ponerse a hacer acrósticos manidos. El poeta tiene que llegar a esa
construcción ontológica que nos acerca a nosotros mismos, sin doctrinas, sin
cuerpos de conocimientos preconcebidos, tiene que alcanzar a ese lejano país de
la moral escondida, de la doble moral y tiene que llegar y revelarnos la moral
realmente vivida. El poemario de Juan Secaira supera esos dilemas del
maquillaje gramatical que encontramos muchas veces al leer a otros
poetas. «Sujeto de ida» aspira, esa mi lectura, a la poesía que actúa
simultáneamente como objeto y sujeto reflexivo, a la poesía que nos devuelve,
por fin, a la experimentación de la posibilidad de ser sujeto consciente, que aunque
cargado de prejuicios a veces dolorosos, nos lleva nuevamente al “Yo y otros
más”, a descubrirnos y a cuestionarnos. Espero que en la lectura de este libro
se encuentren arropados con el sujeto lírico transgresor y sensiblemente humano
de Juan Secaira.
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