lunes, 9 de febrero de 2015

Diario La Hora, Ribera de cristal

DIARIO LA HORA ARTES & CULTURA

Protagonista
‘Eso de las etiquetas me molesta’        

Share on facebookShare on bloggerShare on emailShare on twitterMore Sharing ServiceDomingo, 8 de Febrero de 2015
 Domingo, 8 de Febrero de 2015


POETA. Durante la charla en un parque de La Mariscal, en Quito.



Divisando la ‘Ribera de cristal’



Una neuritis le declaró la guerra a Juan Secaira Velástegui. El escritor quiteño se ha perdido ‘batallas’ en las canchas de fútbol, entre las redes del vóley y en las piscinas: el dolor no le permite excederse físicamente.

Por suerte, la guerra de la palabra –que es mucho más fuerte- no la perdió. Secaira, con papel y lápiz en mano, trabajó siempre en sus versos. Dice que ahora se dará un descanso, pero eso lo hace luego de presentar un nuevo poemario.

Se trata de ‘Ribera de cristal’, un libro tan violento como tierno. Sobre esta reciente obra, que fue publicada por Ediciones de Pandora (Tampa, EE. UU.), el poeta conversó con Revista Artes.


“Estoy enfermo también de poesía”, dice un verso de ‘Padre’, poema con que arranca el libro. ¿Para qué sanar de tremendo mal?

La poesía es una construcción y una destrucción del lenguaje. No se trata de caer en un artificio. Tengo un problema con las referencias, me gusta que no sean tan evidentes en los poemas; obviamente, las referencias están, pero no me agrada eso de etiquetar. Muchos están esclavizados por la dictadura del conocimiento y en el encasillar. No busco hacer un manual con el poemario. La gente se queda con el tema y no con el lenguaje. El que se encuentren con ‘Padre’, antes de cualquier prólogo, permite que el lector se acerque y vaya sacando sus conclusiones. A veces unas palabras preliminares sesgan y te matan antes de vivir. Ni siquiera te dan tiempo para enfermarte.


Juan Secaira Velástegui
Escritor ecuatoriano (Quito, 1971).

Ha publicado el ensayo ‘Obsesiones urbanas’, sobre la obra narrativa de Humberto Salvador, y los poemarios ‘Construcción del vacío’, mención especial del Premio Ángel Miguel Pozanco; ‘No es dicha’, Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade y ‘Sujeto de ida’.





En su poesía hay momentos de lucidez, otros de enfermedad, pero la mayoría rinden un tributo a la memoria. Esto da fortaleza a una visión que trata de realzar a lo que vendrá…

Con este libro me arriesgué hasta en dividirlo en cuatro partes y estos periodos que señalas están presentes. Parto del origen, del padre, quien aparece de forma continua, y puede vérsele como el dador del lenguaje. Lo contrapongo con el hijo, quien aparece en la segunda parte. Y, efectivamente, hay esa idea de lo que va naciendo. Ahí es donde aparecen mis hijas, que son mellizas, y por eso arranco las dos últimas partes con elementos como agua y fuego, algo con más calma y mayor energía, pero curiosamente los dos elementos purifican.

¿Considera que es su obra más madura hasta el momento?

Me parece que aquí estoy más sólido, mucho más riguroso, aunque sin dejar lo vital: el azar. Hay en mí un deseo de intercambio, de una comunión con el lector. En los otros libros me escondía un poco, en este pienso que me ha servido para salir más de mí mismo.

¿Cómo se camina por la ‘Ribera de cristal’?

Imagina a un doctor que no puede curarle al hijo. Esa es la relación entre mi padre y yo, pero no lo pongo como un drama. La poesía trasciende a uno mismo. Muchas veces te leen y se hacen la idea de uno y cuando te conocen se dan cuenta que tu vida y obra es distinta: la poesía debe superarte. Pienso que en este camino aparece la alegría, pero también te demuestra un fracaso, muy humano, que incluso puede llegar a ser reconfortante.

¿Camina todavía por esa ‘ribera’?

Sí, camino por esa ‘ribera’ que es muy fuerte, pero que a la vez se puede romper. El día a día de uno es duro: está la rehabilitación y el buscar los recursos para los hijos. Pero eso sí, no me quejo. El papel de víctima es el peor. Además, si tuviera todo no me dedicaría a la poesía.

El poemario no trata sobre poesía mística, aunque los conceptos de dios y metafísica están presentes…

De niño tenía una fe terrible. Era de los que por todo rezaba. Creía de una manera tenaz, después fui descreyendo. Ahora no tengo una religión, pero sí tengo una fe. La fe no es una debilidad, más debilidad hay en negarlo todo. No pienso en un dios que te da fórmulas para ser feliz. Pienso que negarle o decir que sí existe sería mucha vanidad. Hablo de un acompañamiento imaginario que te sostiene de la misma manera que lo hace la poesía.

Ud. escribe: “Sobrevivir es contar los latidos mientras se finge una sonrisa”. ¿Por ahora sonríe?

Sí, sonrío. Después de publicar el ‘Sujeto de ida’ anduve mal, todo se complicó, pero fui saliendo. Por suerte está mi familia: los hijos son como la poesía, ambos tienen un pulso vital.

También dice: “Escribir poesía para deshacer la novela de otros cuentos”…

Como decía, eso de las etiquetas me molesta. El que estén diciendo que tu obra es coloquial, hermética, barroca, etc., llega en un momento a perder sentido, que quien te lee saque su cuento, ¿no? Ahí regreso a lo que te decía de evitar el prólogo porque muchas veces como que te limitan a la hora de enfrentarte
con el libro.

¿Va a disfrutar de esta publicación o está trabajando en la siguiente?

Con el ‘No es dicha’, con el ‘Sujeto de ida’ y con ‘Ribera de cristal’ pareciera que se dio una trilogía. En un corto tiempo se fueron publicando, lo que no quiere decir que se fueron escribiendo en esa medida, porque una cosa es escribir y otra publicar. Siento que por ahora ya lo he dicho todo, no sé qué más decir. Me tomaré un tiempo para descansar, leer y después pensar en ir trabajando más poemas. No quiero sonar pretencioso, pero no quiero repetirme. Sería feo que consideren la obra de uno como una marca: imagina que digan ‘vean un poema de hospital’ y corran al Google y aparezca algo mío (risas). Quiero desencontrarme. No se trata de estar relajado porque la búsqueda es intensa: solo busco ir alejándome de esta ‘Ribera de cristal’. (DVD)