martes, 11 de diciembre de 2018

No es un diario 1


Estamos en el cuarto
los niños a punto de dormirse

ves un video acerca de un hombre
y el mal que le carcome
juntas los síntomas por amor
los comparas
recuerdo un libro de Sam Shepard 
quisiera el último pero no está traducido todavía

no le hago caso al dolor
no me pesa haberme decidido a compartir
porque fue un impulso
en el que me guardo
como esos personajes de western
lo peor para el final

o que se deshaga en el fondo de los días

decimos hasta mañana

me recorre electricidad
sin saber por qué

siento que los encuentros
van deteniéndose.

Película


Hoy terminé de ver La escafandra y la mariposa
película clásica, al menos para mí.

La vi con un solo ojo —casi en toda la película me vi obligado a cerrar el ojo derecho por el dolor de ese lado del cuerpo—
y me gustó, esencialmente las imágenes en color que evocaban el estado del protagonista
el cerrar y abrir los ojos como único movimiento posible.

También vi El hombre del brazo de oro, película para verla más de una vez
por la música, por el tono incriminatorio enmascarado con el jazz.
Por Frank Sinatra y su decisión de ganarle el papel protagonista al desgraciado de Marlon Brando, por lo acertado de su decisión.

Mis favoritas: El buscavidas y su segunda parte, El color del dinero
más la primera que la segunda.
Paul Newman, excepcional.

Tanto que por un tiempo me esforcé en aprender a jugar billar.
Iba a los bares que se encontraban por el parque El Ejido
con mi amigo Renato, casi todas las tardes.

—Tus aptitudes dan más para tomar cerveza que para jugar —decía, entre risas, Renato.

Pronto, muy pronto se le terminaron las risas a Renato
que solía ganarme jugando billar con un tanto de altivez.

Una tarde entramos a un bar nuevo, por el centro de Quito, en una esquina había una mesa de ping-pong.
Jugamos hasta que desocupasen las mesas de billar, y resultó que yo jugaba bien.
Más que bien, dijo Renato.

Después de algún tiempo continué con esta actividad solo
porque Renato tenía cuentas pendientes con la vida
con los negocios que siempre le salían mal
con sus depresiones y sus euforias
con su gran corazón y su fuerza de voluntad.

Jamás he vuelto a ver a aquel amigo de tantas tardes

de extrañas maneras
sigo jugando.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Influjo

Permanece el influjo de la luz

ante las eventualidades
no bajar los brazos
ni para aplaudir

que hay gozo entre la penumbra
donde se desborda el dolor
y sonreímos solícitos
con el desparpajo
de las pérdidas
reales

en un cuerpo
un tiempo
un pulso
rompecabezas
mientras las horas
juegan a los dardos.

Hoy me han volado dos uñas del pie
con el que llevaba el balón en canchas polvorientas

no me quejo

me levanto con la sensación de haber sido desposeído de algo más
como el recuerdo extraviado en la luz que se va
también
muriendo por dentro.

Qué voy a confiar
en especialistas que no se apartan
de sus laptop
que ni siquiera ven a los ojos
al paciente
que olvidaron pronto la vocación de ser

mejor tomar yo mismo
el bisturí y abrirme
un poema en la sangre
que todavía corre
como loca
libre
sin respiro
en busca de otro corte.

De no creer el despiste
que me cargo
he soñado que sano
despierto
salvo
es decir sano y salvo
y por unas horas
he sido la confirmación
del origen.

Influjos de cara al cielo.