Por: Jhair Cajamarca, Shyrley
Guevara y Jennifer Sandoval
En el año de 1971 el Ecuador vio nacer a
un importante representante de la poesía latinoamericana, Juan Secaira Velástegui,
quien es hijo de un médico y que un inicio habría optado por licenciarse en la
misma profesión de su padre, decisión que cambiaría puesto que su progenitor
mismo solía leerle cuentos sobre este tipo de profesionales, haciendo que desde
cierta edad él se interesara por la lectura y lo adoptara como un hábito, una
pasión que lo acompañaría por el resto de su vida.
Juan se dedicó, en primera instancia,
después de haber estudiado periodismo y consecuentemente literatura, a corregir
libros y escritos. La primera persona que escuchó sus primeros versos, que leyó
sus poemas, sus cuentos e historias, fue su madre, puesto que desde pequeño
inició cambiando textos de programas de televisión, inventando o construyendo
monólogos en ciertas caricaturas, y su mamá era la persona que se daba el
tiempo de leerlos, paulatinamente comenzó a notar cómo su hijo iba siendo
absorbido por el mundo de las letras y las historias sin fin, situándose aquí
la sorprendente habilidad de este escritor de poesía, quien reconoce que
existen distintos mundos para conocer el arte, no solo lo simplifica y encierra
en el maravilloso mundo de los libros, sino también nombra a las grandes
películas y productos audiovisuales, y uno de sus artes favoritos, la pintura.
En el libro “La malsana marcha a
contraluz” se puede encontrar una recopilación minuciosa de poemas y se puede
entender a este autor de una forma mucho más completa, ya que, si bien el
personaje de este libro es distinto al escritor del mismo, si se lee con atención
se pueden ver los rasgos de vida de este poeta quiteño, su familia, sus
problemas, sus mejores momentos y, sobre todo, su dolor, representado en varios
fragmentos poéticos.
Entre risas y el olor del café, Juan
cuenta sobre su vida y se adentra más en su libro, como, por ejemplo, en una
parte denominada “Sujeto de ida” sus poemas son nombrados con letras, cosa que
llama la atención de sus lectores, y para sorpresa de todos resulta que cada
poema de esta parte es un solo poema, y menciona que no sabía qué nombre
ponerle y más cuando le tocó dividirlo.
Sus fieles seguidores pueden apreciar que
el libro “La malsana marcha a contraluz” contiene
poemas de dolor, y muchos lo asemejan a su enfermedad. Juan dice que es muy
difícil para el hablar acerca de su enfermedad en la poesía, ya que primero
debió superar varias etapas para lograr estar como el gran escritor que es.
Sus
poemas de dolor fueron resultado de una gran investigación, él piensa que es
una forma de salir del dolor y sobrellevar su enfermedad. Cualquier persona
puede llegar y leer sus poemas y sentir lo que él siente. No se mira en sus
poemas directamente, lo hace a través de un personaje y es la forma que Juan
encontró para seguir adelante.
“Quisiera
ser un poeta que tuvo un estado enfermo y no un enfermo que escribe poemas”.
Así es como Juan se describiría y es la frase que se podría decir le ayuda a
continuar con la poesía a pesar de sus adversidades, es su lenguaje y es una
forma de crear un vínculo con su familia y con la sociedad en general. Juan
Secaira es un poeta que marca la diferencia, porque nunca se dejó vencer.
Juan
recuerda la época en que fue a la Universidad Católica del Ecuador, hace
memoria y dice que hasta ahorita su lugar favorito de la universidad siempre ha
sido la biblioteca, ahí se siente en paz, y descubrió diferentes tipos de arte
como el cine, la pintura, etc.
El
escritor señala que para poder llegar a escribir poesía deben leer mucho y que
si la literatura en verdad no es tu pasión mejor no lo hagas. Ya que en poco
debes escribir mucho. La poesía es algo integral, menciona el poeta y es una
forma de ver el mundo a través de las letras. Nos dice que cada escritor tiene su
esencia.
Le gusta descubrir autores, sin hacer un
juicio de un límite, por lo cual también lee poesía joven, libros de cartonera,
se encuentran intercambiando libros, le gusta conversar, inmiscuirse en el tema;
es importante recalcar que Juan menciona que él no tiene el ego elevado, ni se
cree el más grande, eso a él no le interesa, lo que le importa es que si es de
conversar por las calles, en una cafetería, en un salón o por redes sociales,
el con todo el gusto del mundo lo hace, porque cree que su conocimiento y sus
palabras son útiles para los que están interesados en conocer su perspectiva a
cada situación planteada.
Según Juan nos comentaba, tiene un estilo
variado, él sabe que no se repite en ninguno de sus poemas, por lo mismo
actualmente ha dejado de escribir para ya no escribir de lo mismo, aunque
recalca que existen formas para que no se note. Algo importante que menciona es
que dice que el poeta es más allá que un estilo, sino una visión del mundo, aclara
que no haría poemas políticos y defendiendo a alguien que forme parte de un
partido político, de una ganancia lucrativa política o exaltando a alguien, una
militancia tan coyuntural. Nos cuanta una historia de su vida, donde su visión
hacia los poderes cambió ya que nos señala que desde su enfermedad pudo
observar que las políticas públicas solo funcionan para los sanos, no tiene con
quién vincularse en caso médicos, entonces él, al escribir poesía, descubre
vacíos que causa la sociedad, por lo que se siente reflejado y se redescubre en
cada uno de los poemas, y se cuestiona si fue capaz de crear tantas situaciones
en un solo libro.
Juan indica que quisiera romper el esquema
que se ha implantado desde los niños en escribir una introducción, un
desarrollo o un desenlace, o un poema bajo una estructura narrativa, quitarles
la idea de un final feliz obligatoriamente. Nos muestra que la poesía puede ser
metafórica, según la perspectiva del lector.
La idea central de su libro es que llegue
a jóvenes, que logre abrir otros campos, si algunos nunca en su vida les
interesó la poesía, al leer su libro les entre la curiosidad. Menciona que el
mismo acto de escribir no es buscar el fin de que su libro se venda o que
apresuradamente tenga un prestigio social.
La idea de Juan es dejar que pase lo que
tenga que pasar, que todo fluya, y si no sucede nada, pues seguir escribiendo y
mejorando.
Al realizar la pregunta a Juan sobre si
fue difícil o no encontrar un título que se encuentre inmerso en todos los poemas,
él tiene una reacción agradable y dice “qué
buena pregunta”, continuando con “el
título es lo más difícil”, ya que se le ocurren ideas muy grandilocuentes,
donde deja reposar varias ideas sobre el título y que inventa más de veinte
títulos y es la parte en la que más se demora y en la que pierde el sueño
tratando de buscar uno adecuado, a él le gusta jugar mucho con los títulos y
que se debe buscar uno que englobe todo el libro. Según el título “Malsana
marcha a contraluz” es un verso que está dentro del libro y engloba la enfermedad
que es una marcha a contraluz, es decir, en contra al sistema y la poesía,
según Juan, ya nace enferma.
A Juan Secaira, para curarse, le han dicho
que si forma parte de una religión se va a curar o que, mediante pociones o
métodos curativos, él cree que si uno mismo se cura es la solución, para eso serviría
la literatura, pero no para crear un libro de autoayuda, ya que cree que la
poesía debe ser ambigua, triste, donde todo tenga su yin y su yang.
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