martes, 19 de febrero de 2019

Juan Secaira, la poesía del dolor



Por: Jhair Cajamarca, Shyrley Guevara y Jennifer Sandoval 





En el año de 1971 el Ecuador vio nacer a un importante representante de la poesía latinoamericana, Juan Secaira Velástegui, quien es hijo de un médico y que un inicio habría optado por licenciarse en la misma profesión de su padre, decisión que cambiaría puesto que su progenitor mismo solía leerle cuentos sobre este tipo de profesionales, haciendo que desde cierta edad él se interesara por la lectura y lo adoptara como un hábito, una pasión que lo acompañaría por el resto de su vida.

Juan se dedicó, en primera instancia, después de haber estudiado periodismo y consecuentemente literatura, a corregir libros y escritos. La primera persona que escuchó sus primeros versos, que leyó sus poemas, sus cuentos e historias, fue su madre, puesto que desde pequeño inició cambiando textos de programas de televisión, inventando o construyendo monólogos en ciertas caricaturas, y su mamá era la persona que se daba el tiempo de leerlos, paulatinamente comenzó a notar cómo su hijo iba siendo absorbido por el mundo de las letras y las historias sin fin, situándose aquí la sorprendente habilidad de este escritor de poesía, quien reconoce que existen distintos mundos para conocer el arte, no solo lo simplifica y encierra en el maravilloso mundo de los libros, sino también nombra a las grandes películas y productos audiovisuales, y uno de sus artes favoritos, la pintura.

En el libro “La malsana marcha a contraluz” se puede encontrar una recopilación minuciosa de poemas y se puede entender a este autor de una forma mucho más completa, ya que, si bien el personaje de este libro es distinto al escritor del mismo, si se lee con atención se pueden ver los rasgos de vida de este poeta quiteño, su familia, sus problemas, sus mejores momentos y, sobre todo, su dolor, representado en varios fragmentos poéticos.

Entre risas y el olor del café, Juan cuenta sobre su vida y se adentra más en su libro, como, por ejemplo, en una parte denominada “Sujeto de ida” sus poemas son nombrados con letras, cosa que llama la atención de sus lectores, y para sorpresa de todos resulta que cada poema de esta parte es un solo poema, y menciona que no sabía qué nombre ponerle y más cuando le tocó dividirlo.
Sus fieles seguidores pueden apreciar que el libro “La malsana marcha a contraluz” contiene poemas de dolor, y muchos lo asemejan a su enfermedad. Juan dice que es muy difícil para el hablar acerca de su enfermedad en la poesía, ya que primero debió superar varias etapas para lograr estar como el gran escritor que es.



Sus poemas de dolor fueron resultado de una gran investigación, él piensa que es una forma de salir del dolor y sobrellevar su enfermedad. Cualquier persona puede llegar y leer sus poemas y sentir lo que él siente. No se mira en sus poemas directamente, lo hace a través de un personaje y es la forma que Juan encontró para seguir adelante.

“Quisiera ser un poeta que tuvo un estado enfermo y no un enfermo que escribe poemas”. Así es como Juan se describiría y es la frase que se podría decir le ayuda a continuar con la poesía a pesar de sus adversidades, es su lenguaje y es una forma de crear un vínculo con su familia y con la sociedad en general. Juan Secaira es un poeta que marca la diferencia, porque nunca se dejó vencer.
Juan recuerda la época en que fue a la Universidad Católica del Ecuador, hace memoria y dice que hasta ahorita su lugar favorito de la universidad siempre ha sido la biblioteca, ahí se siente en paz, y descubrió diferentes tipos de arte como el cine, la pintura, etc.

El escritor señala que para poder llegar a escribir poesía deben leer mucho y que si la literatura en verdad no es tu pasión mejor no lo hagas. Ya que en poco debes escribir mucho. La poesía es algo integral, menciona el poeta y es una forma de ver el mundo a través de las letras. Nos dice que cada escritor tiene su esencia.

Le gusta descubrir autores, sin hacer un juicio de un límite, por lo cual también lee poesía joven, libros de cartonera, se encuentran intercambiando libros, le gusta conversar, inmiscuirse en el tema; es importante recalcar que Juan menciona que él no tiene el ego elevado, ni se cree el más grande, eso a él no le interesa, lo que le importa es que si es de conversar por las calles, en una cafetería, en un salón o por redes sociales, el con todo el gusto del mundo lo hace, porque cree que su conocimiento y sus palabras son útiles para los que están interesados en conocer su perspectiva a cada situación planteada.

Según Juan nos comentaba, tiene un estilo variado, él sabe que no se repite en ninguno de sus poemas, por lo mismo actualmente ha dejado de escribir para ya no escribir de lo mismo, aunque recalca que existen formas para que no se note. Algo importante que menciona es que dice que el poeta es más allá que un estilo, sino una visión del mundo, aclara que no haría poemas políticos y defendiendo a alguien que forme parte de un partido político, de una ganancia lucrativa política o exaltando a alguien, una militancia tan coyuntural. Nos cuanta una historia de su vida, donde su visión hacia los poderes cambió ya que nos señala que desde su enfermedad pudo observar que las políticas públicas solo funcionan para los sanos, no tiene con quién vincularse en caso médicos, entonces él, al escribir poesía, descubre vacíos que causa la sociedad, por lo que se siente reflejado y se redescubre en cada uno de los poemas, y se cuestiona si fue capaz de crear tantas situaciones en un solo libro.

Juan indica que quisiera romper el esquema que se ha implantado desde los niños en escribir una introducción, un desarrollo o un desenlace, o un poema bajo una estructura narrativa, quitarles la idea de un final feliz obligatoriamente. Nos muestra que la poesía puede ser metafórica, según la perspectiva del lector.

La idea central de su libro es que llegue a jóvenes, que logre abrir otros campos, si algunos nunca en su vida les interesó la poesía, al leer su libro les entre la curiosidad. Menciona que el mismo acto de escribir no es buscar el fin de que su libro se venda o que apresuradamente tenga un prestigio social.
La idea de Juan es dejar que pase lo que tenga que pasar, que todo fluya, y si no sucede nada, pues seguir escribiendo y mejorando.

Al realizar la pregunta a Juan sobre si fue difícil o no encontrar un título que se encuentre inmerso en todos los poemas, él tiene una reacción agradable y dice “qué buena pregunta”, continuando con “el título es lo más difícil”, ya que se le ocurren ideas muy grandilocuentes, donde deja reposar varias ideas sobre el título y que inventa más de veinte títulos y es la parte en la que más se demora y en la que pierde el sueño tratando de buscar uno adecuado, a él le gusta jugar mucho con los títulos y que se debe buscar uno que englobe todo el libro. Según el título “Malsana marcha a contraluz” es un verso que está dentro del libro y engloba la enfermedad que es una marcha a contraluz, es decir, en contra al sistema y la poesía, según Juan, ya nace enferma.


A Juan Secaira, para curarse, le han dicho que si forma parte de una religión se va a curar o que, mediante pociones o métodos curativos, él cree que si uno mismo se cura es la solución, para eso serviría la literatura, pero no para crear un libro de autoayuda, ya que cree que la poesía debe ser ambigua, triste, donde todo tenga su yin y su yang.








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