Ni
bien despierto
en un lunes
la presión
el pulso
comienzan a jugar con el cuerpo
en una
marcha laboriosa
como piedras rodando montaña abajo
para luego
Sísifos dementes
volver a
subir.
La
enfermedad
adjetiva
los días
atroces
no obstante
luminosos
dolorosos
pero con
una claridad
que embriaga.
Pasan
las horas
pasarán
y la espera
se convertirá
en una imprescindible
desconexión.
Perdidos
en una ciudad desconocida
el
alegato
firmado
para después.
Descansar
no aporta nada.
Un
castillo de arena sin reyes.
Tinieblas
ya
golpes
en reposo.
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