miércoles, 13 de agosto de 2014

Sujeto de ida, palabras de Margarita Altuna



Es esencial leer novelas, cuentos y poemas que generan reflexión, que por un instante nos transportan a ese espacio descrito, dibujado con palabras, que nos hace sentir vértigo, ansiedad, pasión. Entre mis mejores amigos, inolvidables porque crecieron conmigo y me hicieron crecer están Crimen y castigo, Los siete locos, Un hombre muerto a puntapiés, La casa de cartón, Los heraldos negros, En la masmédula… y ahora Sujeto de ida, del poeta ecuatoriano Juan Secaira.
Treinta y un poemas dan vida a Sujeto de ida. Cada poema es una conjunción de elementos propios que sumados ofrecen un único resultado: la voz poética de Juan Secaira, una voz firme, aguda, observadora, minuciosa, singular, que estuvo presente en su libro anterior, No es dicha (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), y que en Sujeto de ida se reafirma.
Adentrarse en el mundo del Sujeto de ida es una verdadera aventura, y espero que sea para cada lector tan personal como la mía. Empiezo a leer y pregunto: ¿Quién es el sujeto? Yo, tú, él, ella, usted; la respuesta es difícil de digerir porque todos estos pronombres se personifican en el Sujeto de ida, un sujeto falto de juicio que camina por la vida sin historia, sin memoria, sin nombres, sin números de teléfono. Debe mentir para expandirse, para aliviar el dolor, la molestia, el amor; sin importarle la sentencia de la madre: “errar en minutos”, o la promesa del padre: “danzar con cuerpos de muerte”. Tiene encuentros fortuitos, con violencia, humo, “comunión de estropajos”, de seres sucios y vivos que habitan en una civilización enferma de una “enfermedad sin nombre”, que viven en el circo de la vida donde la “muchedumbre canta”, que son “Gente. / Máquinas”.
Al Sujeto de ida no le interesa reconstruir fragmentos, prefiere esparcirlos por la arena, “bien lejos para nada más encontrarlos en el siguiente / acabose”. Este acto convierte su existencia en un eterno retorno en donde la serpiente se muerde la cola. Volverá el acabose porque “la redención es inútil”. ¿Qué sucedería si sus actos no se repitieran?
El sujeto no es ni bueno ni malo, simplemente está vivo y pregunta “pero qué es eso: soñar es vivir, delirar, pensar, anhelar, odiar. / Vivir. O mal vivir, o sobrevivir”. Tiene tanta conciencia en medio de la inconsciencia y por un momento logra ser guerrero. Por fin consigue una unión sin muerte: “El deleite / inmune / reacio / vivo”.
Profundizar en el mundo del Sujeto de ida, poemario sinfónico libre, de lecturas independientes, es complejo, como el ser humano. El corpus, el poema y cada verso generan conciencia. ¿A dónde transportan estos versos? Se mueve, delira… Desaparecer entre la multitud desintegrada… Quien te quiere de da el primer tajo... El día es el anhelo de la voz… ¿Qué dice esta imagen? Diletantes frutos sujetos a árboles hundidos, en el lodazal del encanto… Qué ironía, juntos están adjetivos de placer, verbos y sustantivos de connotaciones imperfectas, deformes. Siempre están unidos lo blanco y lo negro sin maniqueísmo alguno. Este es el universo del Sujeto de ida, que desata un proceso de introspección que obliga a reflexionar, lo quieras o no.

Margarita Altuna
Catedrática de la Universidad de Tampa,

Departamento de Lenguas y Lingüística

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