DE RODILLAS
Vuela el dios de la amargura,
llevando en su ser
la miseria instituida.
Inmisericorde (y sonreído) la riega
en las pústulas grises, pétreas, viscerales,
que ciegas y devotas se inclinan,
y le creen.
HORADAR
En la hora del crepúsculo
con los ojos de la libido
veo el manojo de virtudes
que emana de tu cuerpo joven.
Toco tus carencias, me zambullo en tus imprecisiones
moldeo tu silueta con mis húmedas manos
canto escondido en el humo de tu boca
imaginar, no; acariciar con arrojo
vino vertido sin cuidado
en el insomnio de tus muslos anhelantes.
El silencio engulle tus palabras
resuena quedo entre mi vientre y mi espalda
llego al fondo, espeso, melancólico
recipiente de amores inconclusos
de golpes paternales e imposiciones maternales.
El sexo es sucio, asqueroso,
las palabras golpean mi estima
tatuadas allí, horadar, horadar
cavar y raspar
hasta limpiar la estancia,
vivir.
(Del poemario Construcción del vacío, 2009)
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